Muy probablemente la población en general identifica que el sedentarismo es nocivo, que al fomentarlo o ignorarlo se incrementa la probabilidad de padecer diferentes enfermedades; pero realmente se hace poco de manera personal y colectiva por identificar si cursamos con ese estilo de vida o no para posteriormente contrarrestarlo.

Como sociedad, continuamente comentemos el error de normalizar condiciones de sobrepeso y obesidad incluso en trabajadores de la salud; cuando realmente estas circunstancias representan un estado patológico capaz de generar múltiples alteraciones metabólicas en cualquier persona a largo plazo.

El sedentarismo se define como un estilo de vida o conductas caracterizadas por la carencia de movimiento a lo largo del día; una persona que labora dentro de oficina o realiza “home office” realizará pocos movimientos corporales durante el día para el cumplimiento de sus actividades.

Ese bajo gasto energético ligado al poco movimiento realizado durante el día, combinado con hábitos poco informados respecto al tipo y cantidades de alimentos que debemos consumir; son la combinación perfecta para generar un deterioro metabólico provocado por ingestas desordenadas que contendrán mayor aporte energético que el requerido. El exceso de energía producido por esta pésima combinación se almacenará en nuestro organismo como tejido adiposo.

Es importante entender que para contrarrestar estos efectos no necesariamente se debe intentar volver deportista a toda la población; en realidad basta con resaltar la importancia y el impacto positivo que tiene el incremento de la actividad física en nuestras vidas.

La Organización Mundial de la Salud define la actividad física como cualquier movimiento corporal generado por los músculos y que produzca un consumo de energía. La actividad física hace referencia a todo movimiento, incluso durante el tiempo de ocio, para desplazarse a determinados lugares, o como parte del trabajo de una persona. La actividad física, tanto moderada como intensa, tiene un impacto positivo en la salud.

El acumular al menos 150 minutos de actividad física moderada dividida hasta en 4 o 5 sesiones a la semana son suficientes para empezar a generar un cambio positivo en la salud, en caso de querer incrementar el efecto producido por las adaptaciones que se generarán a largo plazo, se sugiere incrementar a los 300 minutos semanales. Para cubrir estas indicaciones pueden ser consideradas actividades como caminar, nadar, realizar trabajos de jardinería, bailar, etc.

Existen diferentes tipos de herramientas que van desde evaluaciones morfofuncionales hasta cuestionarios para identificar si cursamos con estas condiciones y en dado caso empezar a seguir las indicaciones de la Organización Mundial de la Salud establecidas en las directrices sobre actividad física y hábitos sedentarios.

En este documento se encontrarán las recomendaciones generales respecto a actividad física para cada grupo de edad; sin embargo, es importante mencionar que para personalizar la prescripción y conocer a fondo las capacidades, estado de salud o indicaciones particulares se sugiere programar una consulta con un médico especialista en actividad física y deporte.

Luis Gerardo Vázquez Villarreal

Director Médico y Ciencias Aplicadas al Deporte LFA

Directrices-OMS

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