Probablemente el peso de lo que representa un peligro de salud sea un “motor” para que la conciencia de algunos se active o ‘reactive’; para otros podría resultar un momento de descanso real donde el encierro es la mejor medicina para un cansancio extremo. De hecho, esta pausa mundial significa diferentes cosas para cada quien.

La brevedad de la existencia (de cualquier ser o cosa) es algo a lo que muchas personas se niegan a aceptar y, a pesar de que algunos han profundizado en eso, resulta un asunto que se evade con frecuencia.

No hace muchos días, la esperanza de que el juego realizado en Puebla (el más reciente y único de ese fin de semana) se prolongara tanto que no se percibiera que ‘peligraba’ lo que queda de la temporada 2020, fue un sentimiento compartido por compañeros de trabajo. Esa sensación de que la magia de un partido (muy emocionante, por cierto) se desvanecía, fue deprimente puesto que comenzó la incertidumbre por lo que sucedería.

Hay algo en el campo de un estadio que no se puede explicar. Se respira ese ‘algo’ en el lugar y provoca sensaciones placenteras; por lo tanto, se quisieran prolongar lo más posible. Y si eso es para quienes estamos haciendo otras cosas relacionadas con el juego ¡imaginemos lo que sienten los jugadores! Qué plenitud.

Mejor aún, cuando el partido comienza a ‘cerrarse’ y se percibe la adrenalina. El reloj es un factor clave cuando las circunstancias se tornan similares para ambos equipos, pues quien sepa ‘manejar’ mejor el tiempo, tendrá posibilidades de ganar.

La temperatura en donde fue mi segundo hogar, superaba los 45 centígrados; sin embargo, no resultó una molestia porque lo que nos mantenía cautivos era el desenlace de ese encuentro. El olor del pasto natural hace maravillas en el estado de ánimo. Evoca recuerdos que provocan nostalgia por historias vividas. Todo ocurre en unos cuantos segundos, pero la sensación es que son momentos muy prolongados.

Por fin, el silbatazo se escuchó, el árbitro levantó el balón y el reloj marcó cero segundos restantes. El equipo local brincó en la banca y hacia adentro del campo. Consiguieron la victoria tan anhelada, a pesar de no ser un factor decisivo para lo que queda de temporada, esa satisfacción era un objetivo que se habían fijado semanas atrás.

¿Quién iba a imaginar que ese juego se iba a llevar a cabo y que al siguiente fin de semana ya no se podría continuar con la temporada?

No tuvimos tiempo de “separar” pensamientos ni emociones. La toma de decisiones no nos permitió darnos momentos de reflexión. Apremió actuar rápidamente por el bien de todos.

Cuando se está acostumbrado a trabajar en un campo de juego es difícil pensar que esa labor se detendrá; tal vez, por cambio de temporada. Y es ahora cuando la nostalgia por pisar esos terrenos se hace presente. Observar a los equipos contenidos en emociones y que, en cuanto inicia el partido, saldrán gradualmente conforme vayan sucediendo las jugadas. Aprender de quienes son los autores intelectuales de lo que se realiza ahí adentro. Apresurarse para plasmar la historia recién sucedida y que los interesados la conozcan.

Eso es una parte de lo que conforma la vida de varios de los que hacemos un intento porque este maravilloso deporte crezca hacia horizontes desconocidos.

Por: Cinthya García Guerrero

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