La mayoría del tiempo resalta entre la afición la espectacularidad y ejecución de algunas posiciones ofensivas o defensivas. Pero ¿qué hay del reconocimiento a los responsables de que la estrategia ofensiva se cumpla dentro del campo?

La línea ofensiva combina una gran cantidad de factores que atrae el interés, no solo para la afición más conocedora. También son principales focos de atención para aquellos apasionados de las ciencias aplicadas al deporte.

Son estos jugadores los responsables de poner en marcha y ejemplo conceptos como la fuerza, centro de gravedad, agilidad y propiocepción al mismo tiempo.

Sujetos de gran estatura, masa muscular desarrollada y grasa corporal significativa son la combinación presente en esta posición. Estas dimensiones corporales tan peculiares llegan a ser objeto de opiniones o prejuicios (muchas veces poco fundamentados respecto a sus condiciones de salud).

La fuerza es la capacidad física que permite oponernos a una resistencia o ejercer una presión por medio de tensión muscular. El trabajo o asignación de la línea ofensiva consiste en no permitir el ingreso de sus rivales defensivos al ejecutar esta tarea mientras se gana tiempo para que sus compañeros puedan completar trayectorias y posiciones; también se busca abrir espacios que faciliten la aceleración de los corredores.

Una gran interacción de fuerzas provenientes desde diferentes direcciones intentando cruzar la línea, demandan de estos jugadores una excelente propiocepción a partir de la concientización de la ubicación y posición de sus extremidades, ya que con brazos y piernas ejecutan movimientos rápidos y precisos (ágiles), contrarrestando fuerzas oponentes sin violar el reglamento al sujetar o caerse en el intento. En ocasiones realizan esta actividad contra más de un rival dejando de lado la necesidad del contacto visual para completar su asignación.

Las dimensiones corporales de esta posición complican la captación de talento y ajuste táctico o estratégico en más de un nivel competitivo.

Constantemente se tiene la errónea idea de requerir sujetos con exceso de grasa corporal para su correcto desempeño. El peso en esta posición sí es determinante, puesto que, mientras mayor sea el peso del individuo y mayor control motor tenga para manipular su centro de gravedad descendiéndolo eficientemente, será de mucho mayor dificultad lograr su desplazamiento en sentido opuesto al que dirige sus fuerzas para vencerlo.

Cabe aclarar que tener jugadores pesados para esta posición, no significa que deba ser únicamente a expensas de grasa. Lo anterior es una necesidad actual que requiere ser aclarada en el fútbol americano y justifica la realización de estudios antropométricos, de composición corporal junto con asociaciones al rendimiento por posiciones. Esta información creada a nivel nacional permitiría mejorar intervenciones conjuntas de ciencias aplicadas a este deporte.  

El retorno seguro a los campos de entrenamiento y de competición, no solamente deben incluir medidas de prevención ante COVID-19. Idealmente, también deben incluir una serie de intervenciones con enfoque propioceptivo en todos los deportes y ajustado a las diferentes posiciones cuando hablamos de un deporte en conjunto, ya que, a pesar de conservar el interés por mantener condición física durante el confinamiento, es una realidad que la situación nos ha privado de estímulos sensoriales e interacciones ambientales propias del deporte.

Dr. Luis Gerardo Vázquez Villarreal

Director Médico y Ciencias Aplicadas al Deporte LFA

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