Después de más de 30 años de estar involucrados en una tremenda aventura que nos ha llevado a sentir lo bueno, lo mejor, lo malo y lo peor; es posible atestiguar la evolución de otras personas inmersas en el fútbol americano de nuestro país.

Algunos personajes se han alejado de este ámbito para dedicarse a otras actividades; sin embargo, hay otros tantos que se mantienen, de alguna u otra forma, involucrados.

En ese proceso de observación ha quedado demostrado que no todos los que han jugado fútbol americano resultan buenos coaches y viceversa. Además, la apreciación de lo que es un coach es también muy subjetiva.

El contacto con coaches de otros países ha revelado la apreciación que se tiene en esos lugares de la profesión. No así, como se ha manifestado en ocasiones en el nuestro. Ellos refieren la autoridad, disciplina, ejemplo y seriedad que representan para la sociedad. Aquí hay una semejanza, pero no con respecto a la distinción profesional que eso conlleva.

La profesión es tan noble que produce satisfacciones difíciles de explicar con palabras. Quien decide dedicarse a eso tiene personalidad singular. Podría asemejarse a un profesor o catedrático. No obstante, se le deberá sumar la vocación de mentor. Esa figura que no existe en todas las familias, solo en quienes practican este deporte y que además de obedecer a alguien que les exige cumplir con diferentes responsabilidades, no es parte de la familia nuclear, pero cuenta con la confianza de quienes le otorgan credibilidad.

Cuando ser coach es a nivel profesional, eso implica otras responsabilidades.

Las actividades en las ligas profesionales se diferencian por los presupuestos involucrados en ellas; no obstante, la esencia es la misma. Un coach será quien diseñe mentalmente una estrategia específica para conseguir el objetivo de su equipo… ganar.

No es posible concebir a un coach que no persiga esa finalidad, pero para ello hay mucho de él involucrado en ese proceso. Y es una profesión (como otras tantas) donde el aprendizaje continuo es mandatorio. Siempre hay algo o alguien de quien recibir lecciones que enriquecen la profesión.

Según Ken Blanchard (escritor estadounidense experto en management), todo lo que hace Don Shula (exjugador y coach profesional) está basado en la honestidad. Esto es exactamente lo que la gente necesita y quiere de un líder. Los líderes efectivos son claros y sencillos en su interacción con otros. Si la gente no se siente segura en lo que hace, necesitan honestidad. Requieren de líderes que sean “derechos” con ellos. Lo que se ve en Don Shula, es lo que se recibe.

Honestidad, una virtud y acción constante de armonizar las palabras con los hechos; “tener identidad y coherencia para estar orgulloso de sí mismo. Es un valor de gran importancia para mantener una buena convivencia dentro de la sociedad, ya que permite dirigir todas las estrategias y acciones de las personas”. (https://conceptodefinicion.de/honestidad/)

Podrá haber muchas apreciaciones de lo que debe ser un coach, pero hay algo muy claro, si no se es honesto en lo que se dice y hace ¿quién podrá seguirle?

Por: Cinthya García Guerrero

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