La noticia sobre la gimnasta estadounidense Simone Biles y su decisión de retirarse de competencia para procurar su salud mental durante los juegos olímpicos del 2020 realizados en Tokyo, impactó al mundo entero por las altas expectativas centradas en su desempeño.
Dentro del ambiente deportivo puede ser un error común para los espectadores ver a los deportistas como entidades con altas capacidades físicas, en ocasiones suprahumanas cuya única responsabilidad es dar resultados; cuando en realidad independiente al nivel al que se desarrolle fuera de sus entrenamientos y competiciones es una persona con sentimientos, necesidades sociales, comunicativas y afectivas al igual que todos.
Si tomamos en cuenta el nivel competitivo en el que se desarrolla un deportista (alto rendimiento, recreativo, altamente competitivo o profesional) probablemente encontraremos retos mucho mayores a los habituales para conservar su integridad mental. Cuentan con factores adicionales que pueden someter a los atletas a diversos estados, todos ellos en respuesta a la gran cantidad de tiempo dedicado a sus entrenamientos que pueden disminuir interacción social y familiar, también los continuos cuidados en alimentación que pueden generar restricciones en alguna etapa de preparación, periodos prolongados fuera de sus ambientes habituales por concentraciones, pretemporadas o competencias; sin mencionar aún la necesidad de cumplir tanto con obligaciones como horarios y responsabilidades laborales al mismo tiempo que buscan no descuidar tiempos de recuperación ligados a sus hábitos de sueño para no comprometer adaptaciones ni progreso. Cualquier actividad deportiva ya sea en modalidad individual o en conjunto puede exponer a sus practicantes a las situaciones ya mencionadas si no recibe ningún tipo de intervención o acercamiento.
La OMS define la salud como el estado completo de bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de enfermedad. Lamentablemente dentro de múltiples organizaciones y entidades deportivas llega a cometerse el error de no brindar atención a los componentes psicológicos y sociales pasando por alto que son tan relevantes como el componente biológico.
Dentro del futbol americano profesional la relevancia de la psicología deportiva se hizo presente desde el 2019 con el equipo Condors por medio de las actividades brindadas por la Mtra. Margarita Cerviño (gran representante de la psicología deportiva en México) y su equipo de trabajo desde la pretemporada realizando intervenciones dirigidas al desarrollo de identidad, sentido de pertenencia, empoderamiento, escenarios simulados, toma de decisiones y trabajo en equipo. Dichas acciones tuvieron un impacto completamente notorio a nivel competitivo considerándose actualmente como uno de los tantos diferenciadores que formaron parte crucial para que el equipo obtuviera su primer campeonato. Desde ese entonces la liga promueve la replicación de metodología y esfuerzos en el resto de los equipos.
Ante lo ocurrido con Simone Biles, y la serie de reflexiones derivadas; antes de opinar o emitir comentarios de desacreditación a cualquier atleta debemos reconocer que la salud siempre debe ser primero y que existe una real necesidad por normalizar la presencia de psicólogos especializados en deporte en todos los niveles competitivos. En equipo siempre será mejor.
Luis Gerardo Vázquez Villarreal
Director Médico y Ciencias Aplicadas al Deporte LFA
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