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Probablemente estemos familiarizados con el uso de las estadísticas deportivas dentro del fútbol americano cuando escuchamos números que hacen referencia a la cantidad de acciones realizadas por las diferentes posiciones. Intentos, pases completos, yardas por aire, yardas por tierra, intercepciones, sacks, son algunos de los ejemplos de los datos generados durante un encuentro. La mayoría de ellos son visibles desde los medios de comunicación o narración deportiva para nutrir el contenido competitivo; sin embargo, existe una gran cantidad de datos generada de manera continua y de mucha utilidad en un día de juego.

La multidisciplina dentro del deporte sigue creciendo. El tiempo, la experiencia y el desarrollo profesional exigen y generan mayor cantidad de perfiles capacitados para la comprensión de estas cifras que permitan una mejor toma de decisiones a nivel deportivo, estratégico táctico, de mejora e incluso preventivo.

Cada jugada con duración entre 5 y 7 segundos implica el movimiento de 22 sujetos en el campo de juego, cada uno recorre distancias diferentes y realiza movimientos específicos con diferentes gastos energéticos ligados a su posición.

El generar una gran cantidad de datos con esas variables permite establecer medias (promedios) de prácticamente cualquier información medida numéricamente. Al encontrar indicadores por posición que se encuentren por debajo del promedio, nos mostrará la necesidad de una intervención directa para realizar los ajustes que permitan la optimización o mejora del jugador en cuestión y, por lo tanto, del equipo.

Los cambios entre ofensiva y defensiva, el número de jugadas y el tiempo de participación activa en el encuentro, son algunas de las variables útiles para realizar análisis de datos cruzados con diferentes indicadores dentro del deporte con especial interés para los servicios en salud, tales como frecuencias de lesión, clasificación por tipo, severidad, tiempos de recuperación. Estos permitirán calcular riesgos por tiempos de exposición en competencia de manera histórica para desarrollar planes preventivos basados en la predicción y que entrarán en vigor durante temporadas siguientes.

Cuando se utilizan estos mismos datos y se analizan de forma cruzada con los requerimientos energéticos por posición, se permite realizar intervenciones de recuperación en campo o posterior durante el seguimiento por medio de la nutrición y la fisioterapia deportiva.

La eficiencia y la eficacia son factores clave para el rendimiento deportivo, pero no son lo mismo. La eficiencia es la capacidad de disponer de alguien o algo para conseguir un efecto determinado; la eficacia es la capacidad de lograr el efecto que se desea o espera. Ambos términos nos llevan al resultado deseado; sin embargo, por medio del entendimiento de los números en el deporte se permite planear de manera estructurada y ejecutar para llegar al resultado esperado por medio de una metodología (eficiencia) y no por hallazgo, combinación de talento, empirismo o azar (eficacia).

Todo aquello que se puede medir, se puede mejorar.

Por: Dr. Luis Gerardo Vázquez Villarreal

Director Médico y Ciencias Aplicadas al Deporte LFA

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