El avance en esquemas de vacunación, la disminución en casos, así como el decremento de mortalidad asociada a COVID19 reanuda actividades a grandes pasos desde hace un tiempo.
A pesar de que múltiples programas deportivos a nivel internacional han dado seguimiento en línea a un gran número de deportistas durante la pandemia, el retorno a actividades presenciales que antecede competencias idealmente debe incluir una serie de evaluaciones capaces de encontrar faltantes que por medio de detalles finos y personalizados en la preparación física pueden ser de gran valor para evitar lesiones y mejorar el rendimiento de cada integrante.
El deporte evoluciona en conjunto con la ciencia, cada vez es más notoria la necesidad de la especialización y separación de los entrenadores con perfil técnico táctico al de los perfiles enfocados a la preparación física. Ambos requieren de un gran nivel de experiencia y conocimiento dirigido a diferentes áreas que trabajan en sinergia para la potencialización y desarrollo de los deportistas, pero no son, ni serán lo mismo.
Mientras el perfil técnico táctico requerirá de especialistas en fundamentos, ejecuciones, conocimiento profundo de las técnicas, así como preparación de escenarios y toma de decisiones estratégicas en competencia; el perfil de preparación física requiere de un amplio conocimiento de la anatomía, fisiología y bioquímica en condiciones de esfuerzo.
Partiendo de la premisa “Todo lo aquello que se puede medir, se puede mejorar” se genera la necesidad de tener parámetros de referencia relacionados a la salud y rendimiento de los participantes. Los staffs médicos enfocados al deporte generalmente trabajan en conjunto con los perfiles de preparación física; ya que a partir de la implementación de evaluaciones morfofuncionales que pueden incluir diversas pruebas se puede obtener una gran cantidad de información relacionada a la salud, estado fisiológico y competitivo de los integrantes.
Dentro de algunos de los parámetros de interés para medir se encuentran por ejemplo la composición corporal, el consumo máximo de oxígeno, la potencia anaeróbica máxima e índices de fatiga ligados a posición.
El trabajo en conjunto de estas áreas generará la base de información que servirá para el desarrollo de planes preventivos en salud y también encuentra fortalezas, deficiencias o áreas de oportunidad de manera personalizada.
Después se realizarán ajustes detallados y finos que permitirán incrementar el rendimiento de cada individuo para lograr el progreso colectivo del equipo. Una base de atletas sanos, con objetivos específicos que mejoren su rendimiento a partir de una correcta preparación física potencializará y facilitará el trabajo de los perfiles técnico-tácticos.
En equipo siempre es mejor.
Luis Gerardo Vázquez Villarreal
Director Médico y Ciencias Aplicadas al Deporte LFA
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