Es un error común a cualquier nivel de la práctica deportiva el pensar que las sesiones de entrenamiento son la parte más importante o única para generar resultados y adaptaciones a largo plazo.

Las cargas de cualquier tipo de entrenamiento deben estar completamente estructuradas, sistematizadas y prescritas acorde a objetivos generales y específicos por un profesional del deporte correctamente capacitado para evitar lesiones y condiciones de sobre entrenamiento. 

La prevención y garantía de resultados no solo se encuentra en la correcta planeación, también se debe de incluir la supervisión de entrenamientos para el cuidado de técnicas y ejecuciones. Aún implementando esa serie de cuidados guiados y supervisados existen huecos temporales entre las sesiones de entrenamiento y competencia conocidos como “entrenamiento invisible” en los que se pueden perder detalles del seguimiento y son de gran relevancia para evitar complicaciones en salud, lesiones o deterioro del rendimiento. 

El entrenamiento invisible contempla diferentes procesos ligados a la recuperación de tejidos y adaptaciones que favorecen el rendimiento a largo plazo. Los planes de alimentación y suplementación en su caso juegan un papel determinante en el mantenimiento y recuperación entre sesiones de entrenamiento o fechas de competición; de manera que la presencia de la nutrición deportiva es crucial para garantizar los resultados esperados. 

El manejo de emociones y desarrollo de tolerancia a sensaciones producidas por los entrenamientos personales y conjuntos, así como el resto de las actividades o interacciones sociales de un deportista también forman parte del seguimiento multidisciplinario ideal contando con la presencia de la psicología deportiva. Estos descuidos no solo pueden afectar la psique, el aprendizaje e interacción del afectado; incluso, pueden impactar negativamente en ciclo de recuperación metabólica y estructural más importante que tiene el organismo conocido como “el sueño”.

Al estar dormidos entramos en un momento de recuperación metabólica de células, tejidos, órganos y sistemas; sobre todo cuando alcanzamos estados profundos del sueño. Los estados profundos del sueño son conocidos como fases REM (Rapid eye movements) y si generamos movimientos oculares rápidos inconscientes cuando nos encontramos en dicha fase. Estos estados de máxima recuperación son transitorios y representan únicamente el 20-30% de la duración del ciclo total del sueño. El tener dificultades para quedarse dormido (conciliación del sueño), dormir menos de 7-8 horas por ciclo, roncar (apnea del sueño), contar con interrupciones de sueño por ruidos o ir al baño complicará la inducción, duración y número de veces que se puede llegar a las fases profundas del sueño que generan recuperación. La detección médica de estas condiciones puede requerir algún tipo de intervención terapéutica. 

Adicional a estos puntos no debe pasarse por alto la importancia de contar con sesiones de terapia profilácticas o preventivas programadas también conocidas como “terapias de descarga” para mejorar el control de movimiento, disminuir efectos acumulados por fatiga y sustancias inflamatorias producidas durante el ejercicio. 

En conclusión, el entrenamiento invisible es un conjunto de factores que pueden prevenirse por medio de la intervención de equipos multidisciplinarios en salud y deporte, pero requieren de una responsabilidad compartida entre deportista, entrenadores, autoridades y staffs médicos correctamente conformados. 

Luis Gerardo Vázquez Villarreal

Director Médico y Ciencias Aplicadas al Deporte LFA

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