Este partido ha sido una mezcla de todo.

El primer cuarto ofreció un panorama alentador, con muchas jugadas ofensivas bien ejecutadas donde las carreras nos avanzaron buen número de yardas, los pases fueron largos y con muy pocos intercambios de balón. Nuestro equipo estaba completo en todos aspectos y se podía ver algo de lo que el rival iba a mandar. Llevábamos una ventaja de algunas anotaciones y podíamos esperar otras tantas.

Cuando cambiamos de cuarto, el rival reaccionó para nuestra sorpresa y comenzó a atacar por tierra y por aire sin distinguir veterano, novato o primer equipo. Nos quisimos sentir confiados en que nuestra defensiva estaba preparada para detenerlo e, incluso, hacerle fallar.

No contamos con la falta en nuestro scout para poder identificar su tendencia ni la forma de actuar de su ofensiva.

En el medio tiempo, el contrincante ya nos había superado numéricamente y el cansancio empezó a hacerse presente en nuestros jugadores. Buscamos la forma más eficaz de resolver las necesidades físicas del equipo sin la supervisión o guía de algún coach. Íbamos solos…

Como no tuvimos ni el tiempo para hacer los ajustes de la segunda mitad, en el tercer cuarto su ofensiva dejó caer sobre nosotros todo lo que traía consigo. Su ejecución fue certera… limpia.

De tanto esfuerzo, el desgaste comenzó a mostrarse y tuvimos que echar mano de todos los integrantes del equipo para darle un respiro alternado a quienes podían descansar para tomar turnos; dándonos cuenta de que no somos tan fuertes como pensamos y que lo que puede funcionarnos es el trabajo en equipo.

El último cuarto fue una demostración de las necesidades que tiene nuestro equipo, lo que debemos adoptar en beneficio de todos y una serie de lecciones de las que echaremos mano para el siguiente juego… ese, el que siempre es más importante.

Por: Cinthya García Guerrero

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