Nuestro deporte es una disciplina llena de ceremonias en las que participamos todos con diferentes roles y actividades. Alguno de los momentos más interesantes para los staffs médicos, sin duda, se encuentra en la antesala del partido.

Alrededor de dos horas antes del juego los directivos, coaches y jugadores llegan poco a poco a los vestidores. Mientras algunos están vistiendo el uniforme, alguno de los jugadores que se caracteriza por ser inquieto monta una bocina para ambientar el sitio con su play list preparada con anterioridad según el rival que vayan a enfrentar; aunque también habrá aquellos que utilicen audífonos para personalizar su proceso.

De pronto, sin dar ninguna instrucción, ya hay una fila establecida por turnos numéricos para ser vendados por los médicos y fisioterapeutas del equipo. Los turnos en ocasiones son reasignados de manera jerárquica o por común acuerdo entre los jugadores, pero los cambios que conservan el orden siempre son notificados al poseedor del tape.

En cuestión de minutos, hay cerca de 90 tobillos por cubrir de manera preventiva, al menos 10 rodillas que requieren seguridad adicional y unas 20 manos o muñecas por estabilizar.

Pasan 5 metros de tape entre las manos del aplicador del vendaje por cada rollo utilizado, se genera un sonido particular mientras el material avanza y es fijado al sitio que se busca proteger.

Se realizan entre 15 y 20 cortes con los dedos por cada vendaje aplicado; conforme se avanza en la fila, la fusión de todos estos elementos produce una saturación sensorial que se magnifica aún más en los últimos vendajes; cuando la textura del material ya ha producido algunos daños superficiales en los dedos del aplicador (que, por cierto, se disfrutan) indicando que faltan pocos jugadores por vendar.

Mientras los vendajes siguen su curso, también hay quiroprácticos brindando ajustes profilácticos para intervenir alrededor de 50 columnas vertebrales antes de que los jugadores sean llamados por unidades al calentamiento y reconocimiento en campo.  

En otro espacio del vestidor, los nutriólogos realizan preparativos para los esquemas de hidratación y las cargas transcompetitivas que brindarán. Durante el calentamiento ya se encuentran en el campo hidratando y midiendo la temperatura ambiental para realizar los ajustes necesarios en sus intervenciones y prevenir con éxito cualquier desequilibrio que pueda disminuir el desempeño del equipo.

A la par que se escucha el cerrado de las mochilas médicas, el sellado de los squeezers llenos y los broches de las mesas quiroprácticas, se percibe el sonido creciente de los cleats que, poco a poco, se agrupan nuevamente en el vestidor.

En ese momento existen unos segundos de total silencio y respeto para dar lugar a las palabras que el Head Coach siempre tiene para el equipo. Una vez recibido el discurso los ánimos de todos están a tope y ansiando por la trascendencia. Ahí es donde cada participante de este deporte de conjunto que representa la vida misma tiene clara la responsabilidad e importancia de sus asignaciones.

Entre miradas llenas de empoderamiento, algunos gritos y reforzamientos con golpeteos en las hombreras nos acercamos con el equipo a la salida del vestidor esperando la indicación para atravesar el túnel y hacer historia. Del otro lado del campo vemos a nuestros similares tras haber vivido su propio proceso esperando lo mismo, sabiendo que solo uno de los equipos obtendrá la gloria.

Esto es solo un poco de lo vivido y entregado por los staffs médicos de la LFA en la ceremonia “Antes del túnel” celebrada en 232 ocasiones durante los 116 partidos hasta ahora realizados.

Tras un periodo largo de inactividad en campo derivado de la situación actual por COVID-19 es fácil identificar lo mucho que deseamos estar de vuelta, tenemos deseos de vivir nuevamente esto y otros grandes momentos dentro de nuestro deporte.

Mientras tanto, nos quedan grandes recuerdos que alimentan la promesa de volver más fuertes.

Por: Dr. Gerardo Vázquez

Deja un comentario