Hay constantes en cada deporte que incrementan la pasión por ellos. De hecho, si no hay controversias durante un juego o encuentro, se convierte en algo monótono o aburrido, incluso si es nuestro equipo el que lleve la delantera en el marcador.

Una de las constantes en el deporte es quien impone la justicia. Esa figura que vigila, observa y castiga a quienes adopten una conducta fuera de reglamento o lo infrinjan. Con su toma de decisiones o veredicto sobre alguna jugada, los árbitros se convierten en los “malos del cuento”. Por lo tanto, se hacen acreedores a un sinnúmero de vituperios e insultos por parte del respetable si su decisión fuera en contra del equipo favorito.

Esos personajes de la historia son indispensables para el desarrollo de todo deporte. Sí, nos guste o no, la presencia de quienes representan a la imparcialidad para hacer que se cumpla el objetivo primordial de una competencia, es obligatoria.

No hace mucho y durante estas semanas de mayor cuidado, buen número de oficiales que colaboran en la Liga de Fútbol Americano Profesional participaron en clínicas arbitrales que les permitirán tener diferentes ópticas durante el transcurso de los partidos.

Personalidades como Scott Campbell (árbitro activo en NCAA, ‘Big 12’), Bill LeMonnier (árbitro veterano activo de NCAA), Mike Pereira (exárbitro NFL y, ahora, analista de reglas en Fox Sports) y Tony Corrente (árbitro activo en NFL), compartieron con el grupo de oficiales nacionales y otros invitados, su experiencia y mejores prácticas dentro del campo para que el desempeño sea el adecuado.

Asimismo, la filosofía de dichos personajes puede modificar la apreciación individual de tan ingrata vocación. Hablar de que es ingrata es reconocer que quien es el responsable en la toma de decisiones durante un juego, puede resultar percibido como el culpable de una derrota; de acuerdo con el panorama y de quien esté como espectador.

La valiosa experiencia de cada uno de los árbitros que accedieron a platicar sobre sus trayectorias y puntos “finos” durante su desempeño, enriquece a quienes aceptan y defienden la vocación más complicada cuando de fútbol americano se habla… ser una “cebra”.

Por: Cinthya García Guerrero

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