Sin dudarlo, la mayoría de las personas disfruta esta época del año pues puede reunirse con quienes pasarán las fiestas decembrinas.
Esta Navidad resultará diferente para muchos.
Se puede percibir como si de marzo a diciembre solo hubieran pasado unas semanas. La complejidad de la situación nos ha afectado en la percepción del tiempo y hasta nos ha delimitado el espacio.
Una de las condicionantes que hemos vivido es la adaptabilidad, pues se ha procurado realizar el mayor número de actividades bajo circunstancias limitadas. De eso, aprendimos y, por lo tanto, nos adaptamos a las nuevas condiciones.
Pero ¿qué pasará en una reunión tan significativa? Con las nuevas limitantes, es probable que no nos desbordemos en manifestaciones físicas de afecto. Difícil ¿no? Siendo una cultura altamente proxémica, será una prueba complicada. Lo realmente importante es lo que demostremos en estos días. La importancia radicará en hacer saber a quienes amamos que lo que sentimos por ellos es genuino y responsable.
También, la gente con la que tenemos relación de cualquier índole está en momentos diferentes. Por ello, la empatía puede ser una variable que nos sirva para aligerar un tanto la carga de estrés.
Uno de los valores del fútbol americano (entre tantos ya tratados) es ese… empatía.
En un equipo se busca que cada jugador (titular, primer equipo, sustituto, segundo equipo, practice squad o red shirt, el que sea) se sienta parte de él; sin importar errores ni aciertos. Porque de la labor de cada uno –por mínima que sea– se hace un todo que es parte del objetivo.
Nosotros, en la Liga de Fútbol Americano Profesional, apostamos por la labor en conjunto que enseña nuestro deporte y cada día aprendemos algo de cualquier persona.
Es en esta época cuando más se refleja lo que hay en cada uno y, como si estuviéramos en los últimos dos minutos de un juego, la selección de jugadas debe ser impecable para hacer de este tiempo una buena Navidad, aunque algo diferente.
Por: Cinthya García Guerrero
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