Una de las cosas más importantes en el fútbol americano, es portar los colores del equipo con corazón, entrega, orgullo y dejarlo todo en cada momento. Esa es una de las filosofías del corredor de Condors, Irving Alamilla.

El primer momento que Alamilla tuvo contacto con el fútbol americano fue a los 6 años en Pumitas AC, siguiendo los pasos de sus hermanos y, cautivado por la tradición del equipo de la UNAM, portó los colores universitarios desde los 6 años hasta su último año de liga mayor.

En Pumas CU, Alamilla consiguió el bicampeonato (2013-2014); además logró ser 5 veces seleccionado Puma, 4 veces llamado a selección mexicana para el Tazón Azteca y seleccionado para el Mundial Universitario en 2015. En ese mismo año, fue nombrado “Capitán Puma”. 

Al término de su elegibilidad en 2016 recibió una invitación para jugar en España con Osos Rivas donde estuvo alrededor de 6 meses y participó en la selección Europe Warriors. Alamilla confesó que ese fue el momento en el que se dio cuenta que la esencia del football está presente en todos los lugares.

Una vez que regresó a México, recibió la invitación para jugar en Condors y, motivado por la reestructuración interna que se le estaba haciendo al equipo, aceptó, formando parte de aquella generación que llegó a nutrir a la “legión Condor” en 2018.

Para 2019, Alamilla, junto con todo el equipo, logró el primer campeonato al vencer a Raptors en el Tazón México IV en el estadio Ciudad de los Deportes, consiguiendo el objetivo principal y darle un giro a la percepción del equipo. 

Alamilla se encuentra en el octavo lugar de los 10 líderes en yardas (532) en su trayectoria en la LFA; a la vez, estuvo en el “top 5” de corredores en su primera temporada. En total tiene registrados 8 touchdowns.

En palabras de Alamilla “el football le ha dado todo, hasta lo que uno no puede imaginar y aunque el futuro sea incierto tiene algunas cuentas pendientes que le gustaría saldar”; además, está ansioso por volver a jugar con sus amigos y -por supuesto- tiene en la mira el bicampeonato.

Por: Fernanda Mayen

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