Escuchando pláticas de varios grupos de allegados e, incluso, familiares destacó un tema que causaba polémica (por llamarlo de alguna forma) debido a creencias profundas, pero apasionadas formas de defender los puntos de vista. El fútbol americano puede “calentar los ánimos” y mostrar los criterios de quienes han estado involucrados en él o, también, sentir la nostalgia de momentos de gran emoción y alegría.

Es gratificante reconocer en este ambiente los lazos que se crean y fortalecen con el paso de las temporadas. De allí que, jugadores que compartieron la formación temprana en categorías infantiles de algún programa o club y que se separaron por alguna circunstancia, se reencuentran en etapas posteriores y se reconocen como compañeros de un lapso importante de su vida donde el aprendizaje era un objetivo fundamental.

En otros momentos, el reencuentro puede suceder en selecciones de cualquier índole y la identificación entre esos jóvenes es inmediata pues hay “historia” entre ellos y en ese nuevo momento los une el mismo objetivo para el cual fueron elegidos y se mantienen sumando lecciones.

Conforme transcurre el tiempo y los jugadores van en su constante proceso de aprendizaje y crecimiento, unos permanecen con quienes iniciaron; otros migrarán a algún lugar diferente, pero en muchas ocasiones, volverán a verse y ese recuerdo que comparten surgirá para mostrar la característica que los identifica.

A nivel profesional, es un deleite ver cómo cada equipo de la Liga de Fútbol Americano Profesional se ha convertido en un crisol formado por la variedad de quienes los componen. En algún momento pudieron ser rivales, en otro, compañeros. Sin embargo, hasta la convergencia de dos equipos antes de celebrar un partido, es un reencuentro de muchas historias con anécdotas tan singulares que provocan grandes sonrisas.

La “magia” de este deporte puede propiciar que, de ese gran número de involucrados, formidables relaciones se vayan consolidando con el tiempo, inclusive si dos o más de los jugadores no hayan compartido mucho tiempo juntos.

Ese elemento es un común denominador que es evidente y que quienes han compartido algún aspecto en el campo o cercano, pueden dar testimonio de la camaradería singular que se vive en un ambiente pletórico de adrenalina donde muchos pueden pasar el tiempo sin percibirlo, pero se extienden los momentos para continuar disfrutando de la compañía que solo el fútbol americano ofrece.

Hay lecciones por todos lados en este deporte y sin percibirlas como tales, el tiempo las manifiesta intencionado o no.

Don’t ever stop learning; you never know it all. (Become the coach you were meant to be. Paul J. Meyer, 2007, p. 92, cita Don Faurot)

“Nunca dejes de aprender; nunca sabrás todo.”

Por: Cinthya García Guerrero

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