Ya se empezaba a hacer costumbre ver partidos con cierta carga emocional y como cualquier novela: con mucho drama. Sin embargo, el partido entre Artilleros y Condors de la semana tres causó revuelo aquel día en el campo del ITESM Santa Fe. 

En semanas anteriores, el equipo de Puebla se había quedado muy cerca de llevarse la victoria, pero ese día se levantaron hambrientos para sacar el juego y se notó desde su llegada al estadio. Por otro lado, Condors tenía un punto preocupante: su ofensiva tardaba en tomar ritmo, pero (a diferencia de los visitantes) continuaban invictos. 

El calor de aquel día y el frenesí de las aficiones se volvieron los complementos ideales para que no le faltara nada al desarrollo de la historia que estábamos a punto de presenciar. 

Por el perfil de ambos equipos, las defensivas iban a ser ancla importante en el partido y así sucedió desde el principio, ya que ambas contuvieron cualquier ataque e inclusive fue la defensiva de Condors la que logró abrir el marcador.

Por otra parte, existieron tres intercambios de balón (casi consecutivos) para Condors que aprovechó Artilleros, de alguna forma u otra, y lograron meterse en la cabeza de los locales, pero aún más importante: tener el marcador a su favor. 

Quedaba muy poco tiempo para que terminara el juego y por más que Condors hiciera algo, parecía que estábamos presenciando su primera derrota de la temporada. Pese a ello, en el último cuarto, lo que muchos denominan “el cuarto de los campeones”, la “legión cóndor” despertó de una manera impensable y consiguió darle la vuelta al juego. Por supuesto que con una ayuda extra de la defensiva.

Una vez más Artilleros se fue con las manos vacías y probablemente esta fue la derrota más dolorosa, ya que en situaciones anteriores no habían logrado estar al frente, pero sí muy cerca de dar la vuelta. Ahora habían perdido una ventaja de 11 puntos. 

A la vez, se vieron dos Condors diferentes, hasta podría parecer que su actuación en la primera mitad fue intencional con tal de hacerle la “finta” al rival; sin embargo, el vuelo del cóndor se mantuvo en la misma corriente ganadora, hasta ese momento. 

Por: Fernanda Mayen

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