La mayoría sabe que el punto de partida de una jugada exitosa o una situación catastrófica puede ser la línea de golpeo. Una buena protección es fundamental y, por otro lado, un buen disparo defensivo puede ser la clave para frenar el ataque. El liniero Abel Oxamendi ha estado en ambos escenarios. 

Su historia como jugador comienza a los 18 años en Cuernavaca, Morelos, como liniero defensivo. Después de probar algunos deportes (como el básquetbol), un amigo lo invitó a jugar fútbol americano en Universidad del Valle de México campus Cuernavaca.

En 2010 Oxamendi logró el campeonato en el grupo blanco en FADEMAC con Legionarios Cuernavaca y, posteriormente, jugó en Pumas CU (año en el que quedó campeón el equipo de la UNAM).

En el momento en el que perteneció a Pumas CU jugó como liniero ofensivo y aprendió un poco más de esa posición; sin embargo, el juego le duró hasta el siguiente año, ya que en 2012 fue cortado del equipo y, al no encontrar otro equipo en donde jugar, no tuvo actividad ese año. 

A partir de 2013 Oxamendi volvió a los emparrillados y, no solo eso, regresó a su posición de liniero defensivo en el equipo donde inició su historia: Legionarios Cuernavaca.

Culminó su elegibilidad en Linces México en 2014 y, a pesar de que dos años después se fundó la LFA, fue hasta 2019 que decidió darse la oportunidad. 

“Un amigo me dijo que fuera a la LFA en 2018. Él se quedó en Raptors, entonces entró la “espinita” de intentarlo y por eso al año siguiente me metí”.

Gracias a su habilidad de jugar a la defensiva y ofensiva llegó a fortalecer a la línea ofensiva de la “sangre mexica” a partir de 2019.

“Siento que en Pumas me enseñaron bien para jugar de liniero ofensivo y la verdad es que me gusta”.

No hay nada que Abel Oxamendi no pueda hacer cuando de estar en la línea de scrimmage se trata. 

Por: Fernanda Mayen

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