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Ciudad de México. En el futbol americano, como en los juegos de cartas como es el póquer, se necesita desarrollar una estrategia bien pensada y contar con los mejores elementos a tu disposición para tener el mejor equipo o la mejor mano, según sea el caso.

Hace un par de días llegó desde Palo Alto, California, a las filas de Mayas, el ‘As,’ Michael McCrary, un versátil jugador que se incorporará al perímetro del equipo bicampeón como esquinero o apoyando en el juego aéreo como receptor.

“Mi sobrenombre ‘Ace (As)’ comenzó con mi familia y amigos. En un mazo de cartas, cuando estás jugando póquer, el as de corazones es la carta más buscada o la más cotizada y a mí siempre me ha gustado proyectarme así, como el jugador más cotizado o el más buscado. Me quedó perfecto y desde entonces lo tengo conmigo”, platicó el atleta de 27 años de edad.

Atleta por herencia

El primer paso en el camino de Michael como deportista fue dado cuando tenía seis años de edad y gracias a sus hermanos y a su padre, Marvin J.D. McCrary III, fue que el futbol americano se convertiría en su actual pasión y con la que llegó al equipo de los Whitworth Pirates en la universidad.

“Conocí el deporte gracias a mi padre y mis hermanos, todos hemos jugado y toda mi familia ha sido de atletas. Mi padre jugó futbol profesional fuera del país y en modalidad arena, también hizo pruebas para los Raiders en los años ochenta. Siendo más joven, me gradué del West Valley College en Saratoga, California, que es un colegio donde se estudia dos años, y después fui transferido a la Whitworth University, que es de cuatro años y tiene un programa de División III de la NCAA”, recordó el nuevo jugador de Mayas.

Norteamericano en tierras conocidas

México no es un país completamente extraño para McCrary, siendo familiar a algunos de sus emparrillados y jugando incluso contra personas que en esta temporada serán sus compañeros de equipo.

“Jugué en el Tazón Azteca hace dos años en Monterrey, incluso jugué contra Marco (García), y el año pasado también jugué el mismo tazón en Texcoco”, dijo Mike, quien llegó a la LFA a través de constantes llamadas y correos electrónicos. “Hay que estar siempre al pendiente, es un proceso que no ha sido fácil, pero definitivamente me siento contento por estar aquí”.

En busca de la tercera corona

A diferencia de los refuerzos extranjeros que llegaron a la LFA, Michael siente una motivación extra por haber aterrizado en el equipo a vencer, el actual bicampeón de la liga, por lo que su compromiso será mayor durante su estancia con el Imperio Azul.

“Debido al hecho de que son los únicos bicampeones, yo espero obtener un tricampeonato, vamos a ir por el ‘Hat-trick’. Respecto a la competencia, todos aquí somos hombres y no vamos a subestimar a nadie y, personalmente, vengo a hacer mi trabajo y espero que todos mis compañeros me acompañen y estén conmigo, porque ahora ya tienen un nuevo miembro en el Imperio Azul”, puntualizó McCrary.

Así, la mano que conformará el perímetro de Mayas obtuvo el naipe que le faltaba y está lista para lucirse sobre la mesa. Con elementos como los ya conocidos Jordi Saldaña, José Garatachea, Joselo Salinas o Jonathan Tinajero, y novatos como Julio César Sánchez, el ingrediente extra que ‘Ace’ pondrá en el juego, será una mente sólida y un enfoque completo obtenido tras 21 años practicando este deporte.

“Mi ‘factor X’ es que he jugado futbol americano por mucho tiempo. Conozco y he visto casi todas las rutas, además hay que tener inteligencia. No es mucho sobre velocidad, fuerza o poder. El futbol americano es un 70% mental, realmente se juega con la cabeza. Cuando salgo al campo, sólo pienso que es momento de brillar. Durante 60 minutos puedo controlar este juego, no puedo preocuparme por los árbitros, no puedo estar al pendiente de la gente o por alguien a quien no le agraden los Mayas, es decir, en el tiempo de juego tengo que salir y hacer mi trabajo”. Finalizó el californiano, quien fuera del campo es orgulloso padre de una hija, hombre de familia, apasionado del ejercicio, además de ser  Kinesiólogo de profesión y con un título en Comunicación.

Por. Arturo Velaztegui

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