Cuando comenzó la LFA, la participación de muchos fue de meramente de apoyo en lo que se requiriera y de forma espontánea. La colaboración, sin conocimiento profundo, llegaba de quien menos se esperaba. Los que se involucraban, lo hacían por un gusto enorme de mantener el fútbol americano nacional en un momento del año cuando no había.

De primera instancia, los cuatro equipos que fundaron la liga requerían de todo cuanto se pudiera conseguir pues por su calidad de proyecto naciente, lo que se consiguiera para hacer posible que una temporada se cumpliera, era bien recibido y agradecido.

Así, en el comienzo de 2016, hubo una conjunción de entusiasmo para apoyar en lo que se pudiera sin ánimos de otra naturaleza más que se iniciara algo diferente, con gente experimentada, que buscaba hacer una versión profesional del fútbol americano con continuidad y que pudiera tener el crecimiento para consolidarse.

Comenzaron las colaboraciones voluntarias. Gente de distintas edades, pero con gran entusiasmo y emoción, se encargaban de armar, montar y viceversa lo que se requiriera pues por fortuna se comenzaron a ver partidos donde grandes jugadores asombraron a una afición incipiente y que inició un seguimiento al equipo de su preferencia; solo eran cuatro.

Con la inclusión de dos equipos más en el norte de la república en la siguiente temporada; se puso mejor la competencia y los requerimientos crecieron. Allí estaba ese grupo singular para seguir colaborando con un ánimo multiplicado. Los equipos se conforman de manera equilibrada, pero hay diferencias que les otorgan ventajas. Eso sucede en todos los ámbitos.

En 2018, todo cambió. A partir de esa temporada, la tercera, los seis equipos se convirtieron en ‘propiedad’ de los aficionados que ya mostraban claramente sus preferencias. Con ese crecimiento, la responsabilidad de estar al pendiente de todos y lo que sucediera con la liga, se convirtieron en prioridades para ese puñado sui generis. Emoción pura y grandes ideas por realizar.

Ese año, en particular, fue muy importante y con gran apego emocional. Todo el equipo de trabajo se involucró en cada aspecto, fuera o no de su incumbencia. Sin embargo, la voluntad de que fuera algo cada vez mejor era el objetivo compartido y así fue. Un excelente producto ofrecido por un equipo reducido, pero con gran compromiso.

El desarrollo era inevitable y dos equipos más, crecieron la familia del fútbol americano profesional de la liga. Las figuras se multiplicaron, lo cual enriqueció tremendamente a la familia que ha ido formándose con las personas que comparten esa filosofía de vida.

De hecho, en esta temporada tan golpeada por la situación de salud (pero tan prometedora por la llegada de talento de nivel superior), es cuando se puede prever un futuro fortalecido y pleno de oportunidades para continuar creciendo.

Por: Cinthya García Guerrero

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